martes, 10 de noviembre de 2015

Bleach [review]

Bleach es uno de los mangánimes mas conocidos de la última década en el género shonen junto con Naruto y One Piece. Esta hecho por Tite Kubo y, aunque el manga aun sigue semanalmente, el anime ha sido recientemente cancelado por la falta de acogida de las últimas sagas.
La historia trata de la vida de un joven de 14 años llamado Ichigo Kurosaki que por casualidades del destino lleva toda la vida pusiendo ver fantasmas. Lleva una vida mas o menos normal hasta que un dia su vida se cruza con una chica llamada Rukia, que casualmente es una shinigami (dios de la muerte) que anda buscando a un espíritu malvado en su casa. Después de una serie de sucesos durante el capítulo uno, nos encontramos a Rukia herida, Ichigo flipando como nunca, y la familia de este en peligro. Total, que Ichigo obtiente los poderes de shinigami clavandole la espada de Rukia y así empieza esta historia de batallas.
Al comienzo, Bleach me parecia una de las series mas interesantes del panorama actual, pero ha acabado pecando de lo que pecan todas las series de este tipo: falta de originalidad. Uno de los peores puntos de Bleach son los protagonistas, ya que aunque al comienzo los protagonistas son Ichigo, Rukia, un hombre fortote, la tia buenorra y un compañero llamado Ishida que a mas de uno le recordará por personalidad a Vegeta. Es con estos personajes cuando se muestra la mejor parte de Bleach. Lo malo es cuando aparecen todos los shinigamis y a partir de la segunda saga (la saga de Hueco Mundo)el único protagonista que sigue es Ichigo, ya que todos los anterirores pasan a un segundísimo plano y acaparan el protagonismo los capitanes shinigamis. Y es aquí cuando Bleach se convierte en una batalla tras otra.

Hablando ya de las batallas, hay que reconocer que son muy interesantes y no son exceivamente largas, una cosa que en la actualidad es de agradecer, pero tiene un pero, ya que los personajes suben su poder de una manera demasiado extraña que casi nadie va a entender. Para esto hay un consejo, si te percatas de ello borralo todo, disfruta de las peleas y ya está.
En resumen, recomiendo muchisimo Bleach, más que Naruto, si lo que quieres es un manga de combates sin una trama demasiado buena. Si lo que quieres es una buena historia, no te defraudará mucho pero tampoco te parecerá nada del otro mundo. Como una de sus grandes bazas, yo en esta serie he encontrado uno de los villanos mejor construidos del manga.

Death Note [review]

Como no, este anime no podía faltar. Vamos allá.



A Death Note se le etiqueta como una serie ‘shonen’. Los que conozcáis un poco de manga/anime, sabréis cuál es el prototipo de series shonen; en las series de más o menos mayor actualidad tenéis buenos ejemplos. Suelen presentarse como series donde el protagonista es un adolescente acomplejado o inseguro con algunos aspectos, pero que siempre, siempre, aspira a un objetivo en la vida, convirtiéndoles en semidioses casi; y en donde las escenas de peleas (a veces excesivamente largas) son requeridas.

Death Note se sale de éste estereotipo de shonen, entrando en un ambiente de temática de suspense y policíaca, y desde luego mucho más adulta que otros manga agrupados en el mismo subgénero. Para empezar, ni siquiera el protagonista encarna la misma idea de bien a la que estamos acostumbrados. Y aquí es donde empieza el dilema ético: ¿qué está bien? ¿Qué está mal?

¿Es correcto el uso que le está haciendo Light a la Death Note?

La respuesta la podemos encontrar, en parte, en una frase que dice Light en el segundo episodio de la serie: “Así es como somos los humanos, Ryuk. Por ejemplo, en la clase del instituto, no habría ninguna discusión acerca de si está bien o no matar criminales. Si alguien la iniciara, todos insistirían: ‘No, no podemos hacer eso’ y adquirirían el papel de niños buenos. Por supuesto, esa respuesta es políticamente correcta. En público, la gente necesita mantener esa fachada. Pero la verdad está aquí (señala a la página web de Kira en la pantalla del ordenador). Quizás la gente tenga miedo de aceptarme públicamente. Pero en Internet, donde los que escriben son anónimos, Kira está en boca de todos. Nadie lo dirá, pero todo el mundo sabe ya que alguien está matando a los malos. Y los que son inocentes, estarán gritando: ‘Ánimo, Kira!’ en sus corazones, mientras que los criminales estarán petrificados, ante la posibilidad de que la mano de Dios les alcance.”

Visto desde el propio punto de vista del protagonista, el uso que le está haciendo a la Death Note es perfectamente correcto. Light piensa que matando a los criminales está haciendo justicia. ¿Por qué iba a estar mal matar a aquellos que son malos y contribuyen a que el mundo sea inseguro y hostil? Los criminales son malos, porque rompen las leyes establecidas para que haya paz y tranquilidad en el lugar donde la gente habita. Muchas de las angustias de las personas están atribuidas a sus actos. Y no se puede negar que, cuando se ha sido víctima indirecta del acto de un delincuente, se ha sentido cuanto menos desprecio ante ellos, y dependiendo de la gravedad de su crimen se ha deseado que muriera.

Es muy astuto de parte del guionista plantearnos éste punto de vista a través de los ojos del protagonista. Es a través del protagonista por donde nosotros, lectores y espectadores, podemos sentirnos identificados por su punto de vista y conseguir entenderlo. En las series convencionales, no tenemos probablemente éste tipo de dilema moral, porque los protagonistas son los que encarnan una idea de bien estereotipada. Aquí, podemos entender el punto de vista de Light, porque en el fondo lo que hace no está tan alejado de lo que cabe esperar del ser humano.

Pero todos sabemos que, bajo el punto de vista de la moral habitual, a la que todos estamos acostumbrados, lo que Light está haciendo no es precisamente correcto. La serie nos está acercando a una persona de mentalidad fría, brillante, sin escrúpulos, que piensa que su razonamiento no puede estar equivocado por ningún medio y que, como vemos más adelante en la serie, no dudará en eliminar a quien se le ponga por delante. Incluso si son personas inocentes. En definitiva, tenemos como protagonista de nuestra historia a nada menos que a un psicópata. Y poniéndonoslo como protagonista, tenemos más probabilidad de empatizar con él en cierta medida, sobre todo al principio de la serie. Pero no es exactamente que empaticemos con el protagonista lo que pretende el guionista que hagamos. A medida que la serie avanza, nos presenta un punto de vista distinto y completamente opuesto al del protagonista: el de la policía y el de L, que si bien podemos considerarlos en nuestra ética como ‘buenos’, se oponen rotundamente a la manera de actuar de Kira, y por tanto, son los enemigos de Light, los ‘malos’.

Y volvemos al punto de partida. ¿Qué es lo que está bien y lo que está mal, al final de todo? ¿Cómo está bien pensar, como L o como Light? La respuesta es: como ninguno de los dos, y como los dos a la vez. La gracia de ésta serie es que a los espectadores nos hace pensar, y nos pone en una encrucijada en donde no hay salida posible; debemos ponernos de parte de ambos contendientes, aunque sean opuestos. En otras palabras, nos obligan a aceptar diferentes puntos de vista acerca de un mismo tema, y lo consiguen, aunque nosotros sigamos pensando para nuestros adentros que, en la vida real, Light no sería tan distinto de los asesinos que él mismo mata… o incluso peor que ellos.

Ese es otro buen punto que hace destacar a ésta serie entre otras. Aún encasillándola en el género shonen, no se ven batallas físicas, de éstas que te llenan la pantalla de sangre y se ve el cansancio físico del protagonista y la desesperación por estar perdiendo el combate. Aquí hay enfrentamientos, sí, pero de otra índole. El combate entre Light y L es ante todo intelectual. Son sus puntos de vista los que se enfrentan, y sus movimientos son parecidos a los que se deben de hacer en una partida de ajedrez. El primero que haga un movimiento en falso, quedará en jaque mate. Y éste enfrentamiento jamás cesa. Ni siquiera en los momentos en los que creemos que la acción es más relajada.

Básicamente es ésto lo que nos permite mantenernos pegados a la pantalla (o a las hojas, lo mismo da); una historia poco convencional, unos personajes poco convencionales y un planteamiento poco habitual para un manga/anime que se hace llamar shonen, además de una imprevisibilidad a los hechos (si no te han spoileado, claro) que aún están por ocurrir. Porque, el bueno siempre gana, claro… pero en ésta ocasión, ¿quién es el ‘bueno’?

5 animes que recomiendo [opinión]

Antes de empezar a nombrar animes me gustaría dejar claro que el orden de estos no va acorde a la calidad, es decir, el que ponga como número uno no significa que sea mejor o peor que el número diez. Aclarado esto, empecemos.


  1. Death parade. Un anime psicológico que trata temas como la vida y la muerte que sin duda nos hará reflexionar.











    2. Nanatsu no Taizai. Un shonen de peleas con personajes que nos harán reír como llorar y con   peleas alucinantes.    










   3. Bakemonogatari. La primera temporada de la extensa serie Monogatari. Bakemonogatari es un harem que mezcla folclore japonés, con amor, personajes profundos, drama y alguna pelea interesante.









    4. Another. Se puede resumir en una palabra: Gore. 











    5. Free. Un anime que roza los límites del yaoi a base de insinuaciones pero que nos invita a reflexionar sobre la libertad de cada uno y las decisiones que tomamos a lo largo de la vida.






La naranja mecánica [review]

La naranja mecánica es una película considerada por muchos como una obra de culto, que esconde decenas de mensajes y que trata temas de lo más profundos. Tuve que ver la película unas cuatro o cinco veces para entender bien lo que pasaba y poder fijarme detalladamente en los detalles, además de que tuve que buscar y comparar información en la red para confirmar que mis conclusiones eran las correctas y una vez más he tenido que coger papel y boli y poner a escribirme. Por suerte o por desgracia me ha quedado un análisis de lo más largo aunque me siento de lo más orgulloso, así que al lío.

'La naranja mecánica' es una de esas escasas películas de las que se puede decir que han hecho época. Después de más de treinta años de su estreno, aún sigue suscitando polémica y haciendo correr ríos de tinta. Esto podría ser significativo en el caso de otro director, pero tratándose de Kubrick no es algo que llame demasiado la atención, pues su filmografía estuvo abocada desde muy temprano al escándalo. 'Senderos de gloria' (1957) fue la película que le dio nombre, pero también le generó fricciones con el gobierno francés, que prohibió su exhibición hasta hace bien poco. Con posterioridad tuvo que superar los obstáculos de la censura con 'Lolita' (1962), para ya en el ocaso de su vida lidiar con idéntica traba con 'Eyes Wide Shut' (1999), su obra póstuma.
El debate que suscita 'La naranja mecánica' está ligado a la idea de la violencia como factor estético. Kubrick, un maestro en el manejo de la cámara, dotó a sus planos de una poderosa expresividad y belleza por medio de recursos bien medidos como el gran angular, el zoom out, la cámara subjetiva y el montaje acelerado o el ralentí, a los que habría que añadir su facilidad para encontrar el encuadre óptimo. La música también contribuyó a este efecto. Piezas como 'La urraca ladrona', de Gioacchino Rossini, o la 'Obertura de Guillermo Tell' –esta última con los arreglos de Walter Carlos–, crean en el espectador la sensación de estar presenciando una coreografía. Esto se ve con total nitidez en la secuencia del enfrentamiento entre las bandas de Billy Boy y Alex de Large. Al comienzo de la misma la cámara hace una lenta panorámica de arriba abajo mostrándonos un teatro abandonado.

'La naranja mecánica' es, indudablemente, una película pesimista, como todas las de su autor. Alex expía sus pecados y padece en su propia carne y de manos de sus víctimas los castigos que les ha infligido, pero esa dolorosa experiencia no le lleva a replantearse su nefario comportamiento, sino que le reafirma en su malos hábitos. El único modo de que deje de hacer daño es emasculando su libre albedrío. ¿Está justificado aherrojar la voluntad de un individuo si con ello se evita que actúe mal? Ésa es la pregunta principal que suscita la película. Mediante el tratamiento Ludovico se consigue que Alex sienta náuseas cada vez que le agita el irrefrenable deseo de empecer a alguien. Kubrick muestra su rechazo frontal ante la privación de la inalienable capacidad de elección asociando la 'Novena Sinfonía' de Beethoven al tratamiento. Alex, con su apremiante necesidad de abandonar la cárcel, se ofrece de cobaya a unos experimentos conductistas que le transforman en una suerte de perro de Paulov. Tanto el ministro del Interior del Gobierno en funciones como la oposición juegan con él hasta convertirlo en un muñeco roto. Sólo el capellán de la prisión se preocupa por él, pues para los demás no es más que un instrumento. En la sociedad de 'La naranja mecánica' todos los personajes, excepto éste, son pragmáticos e interesados. No hay diferencias entre los gerifaltes emperifollados y los delincuentes astrosos: cada cual busca su provecho utilizando a los demás de una forma execrable.
La banda sonora juega un papel fundamental en 'La naranja mecánica'. Kubrick fue un maestro a la hora de sugerir a través de la música. Para él era un elemento expresivo de primer orden, tal como la iluminación o la fotografía. A modo de ejemplo, conviene citar el excelente uso que hizo del Lacrymosa del Réquiem de Mozart en 'Eyes Wide Shut' para dar a entender que se había producido una muerte antes de que el doctor Hardford (Tom Cruise) lo leyera en las páginas de un periódico. Esta película, menospreciada por muchos, tanto admiradores de la obra del que fuera fotógrafo de la revistaLook como confesos detractores, es un manual de estilo sobre cómo expresar estados de ánimo mediante la iluminación: los tonos cromáticos azulados sugieren frialdad mientras que los tonos ocres transmiten la sensación de calidez.

Alex es un melómano de pro, y su devoción por el divino Ludwig van contrasta de raíz con su connatural inclinación a la violencia. Esta paradoja es tanto más palmaria por cuanto que a la 'Novena Sinfonía' de Beethoven se la conoce como el 'Himno a la alegría', asociándosele unos valores de paz y armonía, justo la antítesis de lo que anhela el perturbado protagonista. A Kubrick le encantaba explorar el plano del subconsciente, y esta película es buena prueba de ello. Una vez más, los científicos que experimentan con el inofensivo Alex demuestran tener tan pocos escrúpulos o menos aún que éste al vincular la música del compositor nacido en Bonn con imágenes del Tercer Reich. A diferencia de la novela en que se inspira, en el filme el protagonista sólo manifiesta interés por Beethoven, lo cual hace que sea más vehemente este oxímoron.

'La naranja mecánica' es una reflexión lúcida sobre la condición cruenta y destructiva del hombre, en la que no hay lugar para la salvación. El estado de las cosas es inmutable. Ésa es la conclusión definitiva de Kubrick. Por mi parte, bueno, me quedé con una frase: "La maldad elegida no es mejor que la bondad forzada."

D. gray man [review]

D. gray man es un manga al que le tengo mucho cariño. Empecé a leerlo cuando tenía unos diez años, recuerdo que iba a una de las bibliotecas de Palma y me llevaba el mayor número de tomos posibles. La obra me enganchó bastante pero como en la biblioteca no estaban todos los tomos tuve que aguantarme y dejar de leerlo. Años más tarde retomé el manga desde el principio y sin duda es mi favorito junto a Tokyo Ghoul. Dicho esto empecemos con la review.

La historia que se nos cuenta no es nada nuevo, es una lucha entre el bien y el mal, qué novedad, no? Y cómo no hay dos facciones, la Iglesia Católica y La familia Noé liderada por el Conde Milenario. Hasta aquí tenemos dos clichés como una casa. Si bien el fuerte de D. Gray Man no es la trama principal, lo primero que nos fijamos cuando leemos las primeras hojas es ese tono oscura tan característico y único que nos ofrece la autora. Como decía, aunque la trama no sea el punto fuerte, D. Gray Man destaca por sus personajes y cómo los trabaja y profundiza en ellos, cada uno tiene su conflicto personal y dicho conflicto repercute a la trama principal. Los personajes secundarios no son simples personajes que están ahí unos episodios y luego mueren o parten en un viaje para cumplir con sus sueños o cualquier excusa barata para haber metido un poco de relleno, mientras leía realmente me preocupaba y me encariñaba con ellos y aunque no haya ninguna muerte si que hay momentos de tensión en los que te preocupas por ese personaje que tanto te gusta. Otro punto fuerte que tienen los personajes es la evolución que sin duda es muy vasta ya que ,como he mencionado antes, los conflictos de los personajes repercuten en la trama y en cómo avanza.

Sin duda D. Gray Man es un manga de lo más entretenido con el que podremos distraernos un rato largo. Es una lástima que no pueda decir mucho más de él porque lo terminé hace ya tiempo (sí, se que el manga no ha terminado, pero lo que hay de manga lo he terminado) y tendría que volver a leérmelo y así refrescar la memoria. En fin, D. Gray Man, una obra de arte y punto.

Pulp fiction [review]

Hablar de Pulp Fiction no es nada fácil, es una película de lo más compleja que cada vez que la vuelvo a ver descubro algo nuevo sobre ella. Así pues no me ha quedado otra alternativa que coger papel y boli y ponerme a analizarla y he aquí el resultado(me siento más que orgulloso, ha llevado su tiempo pero ha merecido la pena):

Dejad que me lave la boca para hablar, probablemente, de la mejor película de los 90 y del Big Bang del postmodernismo por excelencia. O, al menos, una de las mejores de dicha década.
Hablar de Pulp Fiction significa también del género que construye su nombre. Y es que el género del pulp construyó un mundo nuevo. Más largo, más extenso, más libre, el pulp era como ver películas de categoría X en papel, en las cuales el sexo y la violencia, como en las series actuales, eran explícitos e incluso muy visuales sin llegar a extremos excesivos. En este caso, pero, Tarantino extrajo el subgénero del gangster pulp, donde el bondage y los elementos eróticos destacan. Sin embargo, Quentin no es Quentin sin su sello personal, y lo que hizo el director fue sencillo: deconstruir el género, separarlo en pequeños fragmentos y construirlos a su manera mediante una película cinematográfica.
Sin embargo, y si nos quedamos en el pastiche que Tarantino hace de dicho género, quizás rayaríamos un nivel muy pobre en su crítica. De hecho, Pulp Fiction es una obra que trasciende a Tarantino. Tanto, que muchas de sus frases perduran y que algunas de sus secuencias siguen impregnadas en la memoria de los que la ven. Eso habla a favor, a primera vista, de la película,
Para Tarantino no debía ser fácil saltar desde las salas de cine de California al estrellato mediante Reservoir Dogs. Tardó pues, tres años y una estancia en Amsterdam para crear una de sus obras maestras (algunos dirán que es su mejor cinta, otros pondrán a Reservoir Dogs por encima). El hecho de estar en Europa influyó positivamente al director estadounidense, y no lo digo yo, lo dice la obra analizada. Hollywood esperaba el regreso del niño malo de su industria y no decepcionó.
Lo hizo quizás con lo más bizarro, y aquello por lo que le recuerdan más los cinéfilos y críticos de cine: su montaje y su estructura en el guión. De hecho, ambas van atadas: no hay un orden, o eso parece. Tarantino lo que hace es un montaje cuasi vanguardista en el cual coge las piezas y parece desmontarlas por puro placer. El espectador se pregunta: ¿Cómo encaja todo esto? La respuesta es sencilla: Va encajando y las piezas se van componiendo durante y después del procesado del celuloide.
El montaje de Pulp Fiction podría bien compararse a la lectura de Rayuela de Cortázar. Parece (y está) desordenado, pero acaba adquiriendo una cronología y un sentido. Su montaje, quizás el gran mérito de la película, ayuda muchísimo a encajar piezas y a que el espectador las reúna inconscientemente, dándole una sensación de adicción al relato que ve. Además, dicho montaje parece que se esté viendo desde una perspectiva real. Parece vivo porque Tarantino consigue lo mejor: que vivamos el caos que viven los protagonistas, la sensación de que cualquier cosa puede pasar. Y eso es mérito sobretodo del montaje.

Otro auténtico punto es el mismo guión. Hay que destacar que no se muestra una violencia demasiado explícita, sino que su violencia y el trato que se hace de ella es implícita e indirecta. Prueba de ello lo encontramos en una de las escenas míticas en las que Vega y su compañero visitan a tres personas que han intentado timar a su jefe. Los planos detalle, los primeros planos y la combinación con planos generales y de grupo, combinadas con las frases demoledoras de Samuel L. Jackson crean la violencia verbal que existe siempre en Pulp Fiction. Sólo hay diez segundos de violencia explícita en esa película, pero se sienten como si fueran mil.
Pero ese no es el único punto que enriquece la película. Tarantino le añade la dosis perfecta de humor a la película. Destaca sobretodo el humor negro, hecho que contrasta con los momentos de tensión y de violencia. Incluso en los momentos más violentos Tarantino sabe desplegar ese humor, y prueba de ello lo vemos en la secuencia del trastero o en la del asesinato en el coche. Para más inri, ese humor negro y ese aire tan peculiar se traslada a sus personajes, donde cada uno de ellos tiene una frase más personal que la anterior. Casi todos tienen su momento en los personajes principales y todos viven el eje en el que Tarantino les somete y les sacude sin piedad.
El erotismo y misterio de Mia Wallace, la brutalidad del personaje de Bruce Willis, el cachondeo de los dos sicarios o la ira contenida de Marsellus Wallace dan riqueza a la historia y un carácter muy personal, algo que por ejemplo recogen (en su peculiaridad) directores como David Lynch o los hermanos Coen. Sin embargo, he de reconocer que el mejor personaje es el Señor Lobo, quizás una mezcla entre gentleman y mafioso de primera que tiene entre sí los mejores diálogos de la historia (con Tarantino haciendo un cameo en medio). Pulp Fiction es, con sus bizarradas, un mundo diferente en la gran Norteamérica.

Pero esos no son sus únicos puntos. Cabe añadir también una banda sonora que no es del gusto de todos pero que encaja muy bien y ayuda a romper y a crear desconcierto en el espectador. Además, algunos temas son tan importantes que quedan en la posteridad como el Girl, You’ll Be A Woman Soon o la canción de introducción a la película.
Pulp Fiction es, en definitiva, una película que, si bien no tiene sentido ni direccionalidad ninguna, sí que funciona como obra de arte, como referente y como una pieza de cine comercial. Algunos querrán un mensaje detrás, pero Tarantino no lo necesita y su película tampoco. Sólo hay que ver lo que deja tras de sí y lo poco que le ha castigado el paso del tiempo.

martes, 3 de noviembre de 2015

Tokyo Ghoul. [Review]

Cuando le recomiendo a alguien Tokyo ghoul la respuesta es siempre la misma: es una serie con mucha sangre y violencia sin sentido.

Tokyo ghoul nos sitúa en un Tokyo en la que humanos y ghouls "conviven" entre ellos o al menos lo intentan. Bien, ¿Qué es un ghoul? Los ghouls son criaturas con aspecto humano que se alimentan de humanos pues no pueden alimentarse de alimentos cotidianos como un sandwich o un plato de arroz, excepto por el café que es lo único que su cuerpo puede tolerar; cuando tienen hambre sus ojos se vuelven rojos y negros, tienen la piel dura como el acero y disponen de un "arma" que forma parte de su cuerpo, el kagune. Ver como el ser humano está oprimido de esta manera tan vasta resulta de lo más interesante, obviamente ante tal amenaza la única solución que se les ocurre a los humanos es exterminar a los ghouls y por tanto tanto ghouls como humanos viven oprimidos. 
El protagonista no es para nada un humano que quiere venganza de los ghouls, ni un humano que quiere aniquilar a los ghouls , es más bien un pobre desgraciado que ha sido víctima de un ghoul pero que se pudo salvar aunque dados sus daños físicos se le tuvo que implantar el órgano vital que hace que los ghouls sean ghouls. Como consecuencia Kaneki, el nombre del prota, se convertirá en mitad ghoul y mitad humano viéndose involucrado en los conflictos de ambas razas. Kaneki al principio rechaza su nueva naturaleza e incluso desprecia a los ghouls y los trata como animales que se impulsan por el hambre, obviamente a medida que la serie va avanzando Kaneki empatiza con los ghouls dándose cuenta de que son seres que sienten afecto por sus congéneres y que ellos no han elegido vivir la vida que viven.


Si Tokyo Ghoul destaca en algo es en como profundiza en la naturaleza del ser humano, tiene personajes interesantes y los combates son más que excelentes. Sin duda un gran anime que además de proporcionarnos un buen rato nos hará reflexionar .